miércoles, 3 de septiembre de 2014

Sello del tiempo: Capítulo IX



CAPÍTULO IX
En búsqueda de las joyas perdidas




Los pasos rápidos y los cabellos agitados de dos mujeres por salir de un túnel el cual había sido cubierto de tierra por el derrumbe, ambas tenían miedo de quedar sepultadas vivas, era su único refugio para salvarse de la ira de dos seres que iban destruyendo cuatro aldeas y dejando yertos a la mayoría de los habitantes. Después de escarbar, una logró llegar a la superficie, agitada y llena de lodo por la fuerte lluvia que había en el lugar, ayudó a su amiga que había conocido desde hace dos meses y le dijo— “por poco terminamos como los demás cadáveres…”, se limpió la cara con el agua de la lluvia.

— “Cathalijne, ¡estamos vivas!” —musitó alegre la chica que tenía los ojos canelas claros de cabellos castaños y con la ropa llena de barro.

— “No cantes victoria Adaria, debemos seguir huyendo, esta lluvia no es buena” —alertó la rubia de ojos celestes claros y continuaron caminado varios metros pero su amiga tenia el tobillo lastimado por un pedazo de madera que se había incrustado en su pie.

— “¿Van algún lado?…” —apareció un chico de cabellos castaños cortos y de sonrisa burlona.  

— “¡Grandioso!” —protestó la rubia— “lo único que nos faltaba Adaria, tener que tropezarnos con un ladrón”.

— “No juzgues por los harapos mujer, solo quiero escapar igual que ustedes solo que tengo hambre no eh comido en dos días y si debo robar para sobrevivir lo haré sin dudarlo” —comentó observándoles.

— “Te equivocaste de personas, no tenemos dinero ni alimentos, así que si también quieres huir de este inmundo lugar trabajemos en equipo”.

— “Entonces si no tienen nada que me interese, son solo pobres almas en pena que solo buscar un rincón donde morir”.

— “Si eso es lo que piensas, ¡lárgate!, por que nosotras lucharemos por seguir con vida” —aseveró la rubia Cathalijne.

— “Eso haré jajajajaja”, se dispuso a caminar en medio de aquella penumbra lluviosa y dos sombras se visualizaron a pocos metros de ellos.

— “Ama, una de estas personas posee la joya que buscamos” —comentó el guardián.

“Si” —observó con total frialdad a las tres personas que estaban a su alrededor, extendió sus filosas garras, una sonrisa irónica se dibujo en su rostro pálido y en una de sus manos el sello estaba avanzando. “Sangre, muerte, destrucción, es un goce que no puedo disfrutar completamente hasta no liberarme” —murmuró y de dos movimientos rápidos hizo pedazos al chico, luego extrajo del pecho de este la joya que buscaba, su mirada oscura paso por ambas chicas y solo dijo— “inmundos humanos deben morir”. Dos gritos se escucharon antes de sujetarlas del cuello y tirarlas al río; el agua se tiñó de sangre el cual empezó arrastrar a los cuerpos de Adaria y Cathalijne.

“Continuemos por la siguiente joya” —comentó abriendo sus alas y elevándose por el aire en compañía del guardián.

El río arrastraba a ambas mujeres y con ello el último aliento de vida, una nadó hasta sujetarse de una piedra su espalda le dolía por tener las marcas de las garras de su agresora, sin embargo esperó a su amiga del otro lado la sujetó hacia una rama y aunque la otra tenia el tobillo muy lastimado con graves cortes en el pecho, se aferró a la única esperanza de salvarse de aquel torrente.

— “Juro… que no moriremos aquí…” —comentó la rubia de ojos celestes.

— “Gracias por ayudarme… esa mujer no nos destrozó como aquel chico…” —asustada dijo— “mutiló su cuerpo en varios pedazos…”.

— “Olvida lo que pasó con esos asesinos, lo único que nos importa es seguir con vida y salir de este horrible mundo” —sonrió. Unos centelleos salieron de la orilla del río donde ambas descansaban, los resplandores verde y azul se incrustaron en las chicas que al recibirlos en sus cuerpos quedaron inconscientes.

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Los documentos sobre su escritorio y las luces de su estudio estaban encendidos, esa noche había trabajado exhaustivamente desde el día anterior revisando los archivos de los casos pertenecientes a las victimas sobre aquel libro extraño, “personas desaparecidas, extrañas muertes relacionadas…” —pensó y dijo— “señorita Flynn… sus horas de vida se reducen a la voluntad que tenga ese chico Kibo Susume para salir de aquel embrujo, de lo contrario… solo con su muerte usted será liberada de aquel pacto”.

Se levantó de su asiento y dio un golpe a la pared, diciendo— “¡una muerte más sin poder impedirla!, ¡no!” —apretó sus puños. El timbre sonó y su mayordomo le avisó que tenia visita. El pelirrojo solo afirmó el ingreso y colocó el libro “sellos” sobre la mesa de la pequeña sala en la habitación la cual utilizaba para realizar investigaciones secretas.

— “Buenas noches Spencer, ahora nos dirás el motivo de esta reunión en tu mansión” –aseveró Ismael junto a Noa.

— “Si” —asintió— “los cité en este lugar por que la Universidad no es sitio de tratar asuntos delicados como éste”. Les invitó a sentarse y estos al ver en medio de la mesa el libro que ya conocían se paralizaron y observaron al muchacho.

— “Pe-pero… este libro” —masculló el rubio.

— “Lo tenía Alexa… ¿cómo es que lo tienes tu?” —preguntó Ismael perplejo.

— “La señorita Flynn me confió este libro al igual que su secreto, ella se encuentra grave en la clínica por causa de la conexión que guarda con ese chico de nombre Kibo y el pacto que éste hizo para salvarle” —asintió— “pero… al mismo tiempo ha condenado su vida, si él se salva ella muere y viceversa” —hizo una pausa— “por los casos que eh tenido acceso lo más probable es que el muera como las demás víctimas sobre este suceso, solo si eso sucede ella se salvará…”.

— “No puede ser…”, se angustió Ismael.

— “Sea cualquier alternativa que expones, no tienen buenos resultados, el ver a mis amigos en una balanza de muerte es algo muy cruel” —asintió el rubio consternando por la situación.

— “Es por eso que los hice llamar, necesitamos buscar más datos que estén relacionados con el origen de éste, además hallé las carpetas de los casos clasificados” —les entregó a ambos unos folletos— “si revisan podrán ayudarme a encontrar más pistas, por que el tiempo de la señorita Flynn a empezado a correr en su contra, necesitamos resolver este misterio antes que sea demasiado tarde…”.

— “Cuenta con nuestro apoyo”, ambos jóvenes empezaron a leer los documentos y el pelirrojo volvió a su escritorio, tenía que encontrar algo que sea de utilidad en esos archivos y eran más de veinte casos sin resolver, estaba revisando los dos últimos que le habían enviado y sus ojos canelas se abrieron de asombro al ver la escala de las víctimas en relación a los años, “en total hay 23 víctimas de diferentes países…” —pensó— “Señor Fischer y Wayans revisen el primer y segundo caso que tienen en sus manos” —comentó al tener un punto de partida para su búsqueda.

— “Hay por favor si estamos trabajando para ayudar a nuestros amigos, no te dirijas por nuestros apellidos, somos Noa e Ismael” —afirmó el rubio mientras buscaba las carpetas correspondientes.

— “Tengo en mis manos el primer caso” —comentó Ismael intrigado por lo que pensaba el pelirrojo.

— “Listo, ¡lo encontré!” —comentó el rubio.

— “Bien” —dijo el pelirrojo al ver que la manera de dirigirse hacia ellos se había vuelto más amena, “Noa, en tus manos esta el segundo viaje que haremos, mi padre se encargará de cubrir una buena justificación para la Universidad y sus padres” —sonrió— “ya sé donde puede haberse iniciado todo esto”.

El rubio e Ismael intercambiaron ideas, y dijo— “quiere decir que el primer caso… el país donde encontraron al primer desaparecido con las características en relación con este libro puede ser el lugar de origen…”.

— “Si, es lo más probable, aunque debemos descartar más cosas…”.

— “Más cosas… ¿cómo cuales?” —preguntó Noa.

El sonido de su ordenador sonó y el pelirrojo se asomó a ver, era un email de un lingüista.

— “¿Esperas noticias de alguien?” —preguntó Ismael.

— “Si, le envié una foto que tomé del libro… para que la analice un especialista y este es el resultado” —movió varias teclas de su laptop para finalmente decir— “ya sé el lugar de procedencia de este libro y si tengo alguna duda su amigo Ismael confirmará mis sospechas” —colocó su mano sobre el escritorio y dijo— “¿de que país proviene la primera victima?, dígalo fuerte y claro Ismael”.

Este abrió el archivo y dijo asombrado por lo que leía, “es… Beijin en China”.

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El día había comenzado en el mundo de Hiya y dos carruajes partieron en rumbo a la aldea del norte, les informaron que varios pueblos habian sido atacados por dos asesinos. El Duque meditaba, “si esos asesinos pudieran ser…”  —movió su cabeza— “si eso resulta ser verdad estaríamos en graves problemas…” —abrazó a su hija Sara y al frente de él se encontraba el espíritu de su esposa, la cual entendía la preocupación que el sentía, ella no podía ser vista por que poseía un poder de fragancias el cual aliviaba las penas de los demás, ese poder debía ser destruido según el Rey por eso decidió ocultarla en su mansión lejos de todos y conservar lo poco que le quedaba de sus recuerdos con su hija.

En el otro carruaje estaban Kibo, Joshua, su hermano y Emilio, la sombra prefirió ir por su cuenta entre la oscuridad del bosque, los jóvenes estaban en silencio y sumergidos en sus pensamientos hasta que el coche se detuvo y escucharon— “hemos llegado señores, esta es la aldea”. Los cuatro bajaron y pudieron ver que a unos cinco metros se encontraban múltiples personas mutiladas y regadas por todo el lugar, la lluvia había formado charcos y el olor a muerte estaba presente.

— “¿Quién pudo haber hecho esta masacre?” —preguntó Joshua.

— “No lo se… pero al parecer no dejó a nadie con vida” —afirmó Emilio con preocupación.

Kibo avanzó observando los restos de los cuerpos cercenados y en dos de ellos notó las marcas de una grandes y filosas garras habían pasado por el abdomen y brazos de las victimas. Sus ojos plomos se abrieron imaginándose lo peor y pensó— “el único ser capaz de matar a sangre fría y de esta manera… es Am…”. Cerró sus ojos con pesar e impotencia, conocía muy bien la fiereza de los ataques que ella hacia en cada batalla, abrió sus ojos plomos con brillo desafiante y pensó— “te hallaré y liberaré del conjuro del cual eres prisionera”.

— “¡Kibo!, ¡encontramos algo!” —mencionó Joshua.

Debajo de unos arbustos habían hallado la capa de Am llena de sangre y justo entre esas ramas un conejo pequeño salió, sorprendiendo a Kibo.

— “¡Oh!, ¡estas vivo!” —acarició al animal sosteniéndolo entre sus manos— “quizá si ella te logra ver, a lo mejor halla la posibilidad de…”.

— “No seas iluso” —afirmó Roel— “si esa chica esta bajo el hechizo de ese sujeto nada podemos hacer, si él le ordenó que asesine lo hará sin contemplaciones, si piensas que se detendrá estarás muerto en menos de tres segundos”.

— “Lo siento, aun así yo creo en Am y no pienso pelear contra ella” —continúo caminando.

— “El rubio tiene razón” —afirmó la sombra entre los arboles— “si ella te ataca y no te defiendes… te matará”.

— “¡No lo hará!” —protestó– “ella no lo hará…” —cerró sus ojos con temor que aquellos comentarios sean verdad.

— “Auxilio… auxilio…”, se escuchó un murmullo cerca, todos se fueron corriendo, empezaron a buscar entre los escombros y encontraron a dos chicas cerca de la orilla del río.

El Duque, Joshua y Emilio, lograron rescatar a ambas mujeres que estaban heridas. La primera en despertar fue la rubia, quien estaba preocupada por su amiga y a la vez no entendía como fue que habían sobrevivido después de aquella caída al rio.

— “Gracias por salvarnos, aunque no entiendo… se supone que la corriente nos arrastraría hasta ahogarnos por completo, ¿cómo es que estamos vivas?” —indagó Cathalijne al costado de su amiga que estaba inconsciente.

— “Quizá no se han dado cuenta señoritas, pero ahora ya no son solo personas comunes sino que poseen una joya en su interior, es por eso que aun están vivas” —aseveró el Duque Dana.

— “¿Joyas?...” —dijo con sus ojos celestes llenos de asombro— “¿qué es eso?”.

— “Las joyas pueden manifestarse como objeto físico o también como una energía muy poderosa…” —empezó a caminar Emilio explicando la situación que vivían— “la mayoría de nosotros al ingresar a este mundo tiene su propia joya que viene a ser el poder que tiene la persona en su interior”.

— “Eso quiere decir que si nuestra joya desaparece, ¿podemos morir?”.

— “Si el cuerpo fue salvado por una joya, si. Pero en la mayoría de nosotros solo es como una forma de poder superior que nos fue otorgado y del cual nos ayuda a sobrevivir a los constantes ataques de las bestias del bosque, es por eso que conforme se vayan destruyendo a las bestias y espectros de este mundo se irán adhiriéndose al organismo del muchacho” —observó a Kibo, el cual estaba pensativo—  “él es el contenedor de todas ellas, dependemos de su fuerza para poder salir de este mundo”.

— “Entiendo…”.

— “Solo una cosa importante… ¿puede recordar quien fue la que causó tamaño destrozo a esta aldea?” —indagó Emilio.

— “¡Claro!, como voy a olvidar a esos asesinos, sobre todo esa mujer de ojos negros, ella mató a ese chico quitándole algo…  y luego destrozó su cuerpo con una gigantescas garras que brotaron de sus manos” —tembló de horror ante el recuerdo.

— “¡Es imposible!, ¡Am no puede matar por diversión!, ¡ella no lo haría!” —protestó Kibo ante tal declaración de la rubia.

— “Acaso no lo entiendes muchacho, ella ya no es la misma Am que conociste, ella esta bajo el hechizo de quien domina este mundo” —dijo el Duque al notar la reacción de Kibo ante varios comentarios de los presentes. “Solo te diré una cosa… si sigues pensando de esa forma… vas a terminar muerto y recuerda que no solo juegan tus sentimientos sino la vida de muchas personas dependen de ti ahora, solo piénsalo…” —continuó caminando hacia el carruaje a ver a su hija Sara.

— “Mis sentimientos…” —repitió sin darse cuenta que Joshua y Emilio estaban por sus costado.

— “Claro amigo, por que todos sabemos que te gusta esa chica, ¿no lo niegues?” —aseveró Emilio.

— “Q-que… eso no…” —agitó sus manos.

— “Al principio no niego que estaba celoso de ese lobo o guardián Etel” —continuó Joshua pensativo–— “pero después del último ataque que recibimos y al ver tu reacción por ella, mis esperanzas con la señorita Am se fueron al río”.

— “Pero… yo no…” —comentó Kibo pero mientras lo pensaba se hacia rojo.

— “Tu cara te delata, pobre de ti… enamorarte a estas alturas de esa loca” —se corrigió— “perdón esa chica… es no vivir en el presente…” —aseveró la sombra y se ocultó entre los arboles.

— “No, no es lo que piensan, están confundiendo las cosas” —agitó sus manos y su rostro parecía quemarle ante tales comentarios sin sentido. Eso era lo que pensaba, no podía imaginarse teniendo algún lazo sentimental con ella, “¡¡PREFIERO MORIR ANTES DE ENREDARME CON UN HUMANO!!”, si ese seria su pensamiento de Am si estuviera presente en aquella conversación, aparte de los gritos y quizá algún intento de ahorcarle con sus manos —sacudió su cabeza.

— “Él tiene razón” —dijo Joshua y Emilio agregó— “lo siento por ti, pero debes aceptar la realidad y no aferrarte al pasado… esos tiempos no volverán…”.

El viento deslizó sus flequillos los cuales habían crecido al igual que una pequeña parte de su cabello negro, prefirió adelantarse unos pasos y quedarse solo por un momento. Sus amigos tenían razón pero él no quería aceptar tal realidad, era como si la dejase morir sin hacer nada y eso era peor. “Encontraré la forma de romper aquel conjuro Am…” —pensó— “no importa lo que digan o que tan difícil sea, simplemente lo haré”.

Roel hizo llamar a su joya la cual era el ave el cual al estar en tierra se convirtió en un fiel chico de cabellos blancos y ojos marrones claros, su piel pálida y cubierta por una túnica celeste y blanca, con unas botas sujetadas por unos aros dorados. Este al estar en contacto con el hermano menor de Joshua, le comentó— “esa chica a quien le quité los recuerdos cuando fue poseída por mi poder, ella… logró romper mi encantamiento  antes de ser capturada por el amo… pudo recordar todo, es decir… ella es la única de todos los que habitamos en este mundo que es capas de poseer un alma fuerte y a la vez temible”.

— “¿Cómo sabes todo eso?” —inquirió Roel.

— “Lo sé, por que el espejo en el cual cubrí sus recuerdos donde fue humana bajo mi hechizo, aquel espejo se hizo pedazos ante mis ojos y creo que Kibo logro ver una pequeña fracción de eso…” —afirmó la joya.

— “¿Crees que fue ella quien lo hizo o quizá el poder del Rey tuvo algo que ver…?”.

De entre los arboles la sombra apareció sorprendiendo a los demás y dijo— “ella no pudo haberlo hecho sola, el hechizo más fuerte es el que prevalece y todos sabemos muy bien que no hay conjuro más poderoso que los que el Rey hace”.    

— “Cierto…” —musitaron los demás.

Las chicas que estaban en el carruaje descansado de sus heridas se sintieron extrañas por unos segundos al ver que sus cuerpos empezaban a brillar y a los pocos segundos escucharon un gruñido de un animal cerca, los demás aun seguían buscando pistas de más sobrevivientes y solo el carruaje del Duque y su hija estaba a pocos metros de ellas, así que se disponía a gritar, cuando dos grandes bestias anunciaban atacarles.

— “Adaria…” —dijo la rubia y observó a su amiga la cual estaba consciente de lo que pasaba— “es momento de vengar a todos nuestros amigos que conocimos estos meses y que perecieron por esas bestias”.

— “Si” —afirmó y saliendo del carruaje dijo— “¡por ellos!”.

Joshua y los demás se dieron cuenta de unas presencias y cuando vieron a ambas chicas en primera fila tratando de enfrentar a dos bestias del bosque, sus ojos del rubio casi se salen de sus orbitas y solo gritó.

— “¡¡¡Acaso están locas!!!” —empezó a correr y los demás le siguieron al ver lo que pasaba— “¡¡¡deténganse!!!”.

Kibo al percatarse de lo que sucedía también se dirigió hacia donde estaban las chicas. Cuando llegaron observaron que una extraña energía emergía de ellas.

— “¿Qué es este poder?...” —murmuró el Duque en compañía de su hija con preocupación.

— “Son las joyas que están despertando en sus cuerpos” —dijo la sombra.

En las manos de ambas chicas aparecieron ciertos objetos mágicos, la rubia tenía una guadaña y la castaña un arco verde. Ambas apuntaron hacia ambas bestias y mientras una aplicaba el filo de su guadaña la otra disparó una flecha la cual al salir despedida de su arco se multiplicaron cayendo por todo el cuerpo de aquella bestia, el sonar de los cuerpos en el suelo sin vida de las fieras era motivo de su victoria. Dejando a más de uno absorto por lo ocurrido.

— “Ahora no dependeremos de nadie para defendernos” —sonrió la rubia.

— “El que puedan defenderse con sus joyas en sus cuerpos, no significa que puedan ir por ahí como si no hubiese pasado nada” —comentó tranquilamente el Duque llevando a Sara en sus brazos.

— “Es cierto” —dijo la niña— “ustedes dependen de sus joyas para poder seguir con vida, no abusen de ese poder por favor” —comentó Sara sujetando la mano de la rubia.

— “Si, tienes razón” —sonrió Adaria.

— “Ah…” —suspiró— “esta bien…” —dijo Cathalijne.

Una nota le llegó al Duque, el cual al abrirla les dijo a todos que debían ir a la mansión del Clan Chung Hee, tenían pistas sobre el espejo de la verdad. Eso motivó a más de uno en salir hacia aquella dirección.

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El viaje había sido largo, los trámites y sus agentes se encargaron de todo, el pelirrojo, Noa e Ismael, habían salido en el primer vuelo a Beijin en China, todo indicaba que ese seria el origen de ese manuscrito encantado, sin embargo cuando Spencer accedió a una reunión esa tarde con uno de los sacerdotes del templo de la ciudad prohibida, les seria revelado cosas que nunca imaginaron.

El anciano cubierto de túnicas chinas con amabilidad empezaba a explicarles a los presentes, “en nuestra mitología se conoce gracias a los textos que datan de dinastía Han, a veces se reinterpretaron de acuerdo a sus concepciones filosóficas, de este modo transformaron los más importantes dioses en soberanos virtuosos que reinaban tiempos antiguos, así como también asociaron a sus dioses con las cinco direcciones según la cosmología elaborada durante la antigüedad temprana”. 

Hizo una pausa y luego observó lo que el pelirrojo había colocado sobre el pequeño altar donde se encontraban.

— “La mitología China es una de mis preferidas, pero…” –asintió el pelirrojo con preocupación.

— “Si conoces las costumbres e historia… ¿tu interés es otro?...”. 

— “Así es”. Lo me que menos quería era escuchar una charla informativa del templo y cultura asiática. “Disculpe usted sumo sacerdote, pero… este libro está bajo algún encantamiento y creo que es maligno, deseo romper dicho conjuro para poder liberar a varias víctimas que han sido capturadas por su poder” —comentó el pelirrojo, Noa e Ismael aguardaban en completo silencio.

Este al acercarse y colocar su mano sobre el manuscrito sin tocarlo pudo percibir un aura oscura,  de inmediato una idea cruzó por su mente, “el texto perdido del clan Ho, ¿por qué lo tienen personas extranjeras?…”. Observó a los tres y dijo— “¿cómo es que poseen este libro?”.

— “Es una larga historia…” —comentó el rubio.

— “Aún si se la contamos, ¿puede ayudarnos?” —indagó Ismael.

— “Si en mis manos esta solucionar su problema, no dudaré en dar mi mejor esfuerzo” —comentó amablemente el sacerdote.

El pelirrojo empezó a narrar los acontecimientos que conocía así con la intervención del Noa e Ismael, el señor solo meditaba lo que ellos le decían y después de un profundo silencio, este seriamente les dijo— “existen fuerzas muy poderosas que rodean este libro, será mejor que tengan cuidado y si de hechizos quieren buscar…”, les entregó un papel, “ella les guiará en lo que tienen que hacer” —murmuró.

— “Entiendo” —sonrió el pelirrojo— “estoy muy agradecido por esta breve reunión sumo sacerdote”, hizo reverencia retirándose junto a los demás.

Cuando salieron del templo, el rubio e Ismael, estaban inquietos y a la vez preocupados solo seguían a Spencer, al parecer el anciano les había dado una pista de alguien que podía romper aquel conjuro de ese libro. Tomaron el coche que los estaba esperando, el pelirrojo le dijo que siguiera aquella dirección y cuando llegaron pudieron percibir que era una mansión. No una mansión cualquiera, tenia un aire de misterio como si el viento se cortase al ingresar, los arboles se agitaron empezando a caer muchas hojas de Sakura del cual estaban rodeados.

— “Es mi impresión, pero esta mansión es como la madre de este libro…”, un escalofríos sacudió al rubio.

— “Noa no empieces…”—murmuró Ismael— sabia que su amigo le tenia pánico a las casas grandes y peor mansiones misteriosas, estaba sujeto a su mochila de la suerte según él y no se despegaba de ella. Cuando le había comentado eso al pelirrojo, ambos les surgió una gran gota sobre sus cabezas.

El coche ingresó a la residencia y el poco sol que había aquella tarde se ocultó y densas nubes grises cubrieron la ciudad, la lluvia comenzó formando una tormenta.

— “Genial, lo único que faltaba…” —dijo Noa al ver la lluvia como empeñaba los vidrios del coche.

— “Hemos llegado joven Spencer” —comentó el conductor.

— “Si, espere aquí por favor” —aseveró Dick.

— “Como ordene”.

Los pasos eran cortos a cada movimiento, el aire se hacia más pesado y eso el mismo pelirrojo podía sentirlo, Ismael sentía un nudo en la garganta, Noa estaba más pálido que de costumbre y bien abrazado a su mochila como si se tratase de un oso de peluche al cual apretaba cuando tenia miedo. Al tocar la puerta pasó unos minutos y una mujer salió, Spencer le mostró la tarjeta que le dio el sacerdote del templo, con eso los tres chicos ingresaron a la mansión.

— “Por aquí por favor, mi señora les esta esperando” —aseveró la sirviente dejando a los tres sorprendidos.

— “Ismael…”, se prendió del abrigo de su amigo, “quiero irme de aquí… tengo miedoooo” —susurró y sus ojos azules estaban temblando al igual que su cuerpo.

— “Noa cálmate, recuerda por que vinimos a este lugar, todos deseamos ayudar a nuestra amiga Alexa y a Kibo” —comentó Ismael con la tranquilidad que acostumbraba.

— “Pero ella dijo que nos esta esperando, como supo de nuestra llegada… es una burbuja, digo bruja”, se apretó las cienes de terror y se dispuso a correr hacia la puerta, pero Ismael le detuvo del brazo.

— “Amigo… sino te calmas esto puede ponerse aún más terrífico de lo que vemos, no sabemos lo que puede pasar, así que por favor o te calmas o me quedo con esto”,  de un solo tirón le quitó la mochila.

— “Nooo, nooo…” —suplicó el rubio entre murmullos— “todo menos eso, mi mochila noooo”.

— “Quieren callarse los dos” —afirmó el pelirrojo con tono de enfado al ver que ya estaban llegando al final de un callejón y una luz se notaba detrás de la puerta.

— “Si, si” —dijeron ambos con unas gotas sobre sus cabezas.

— “Bienvenidos jóvenes no tengan miedo, no muerdo, ni como rubios adorables de ojos azules” —comentó una mujer con trajes chinos, no era anciana.

Al escuchar eso, Noa casi se desmaya. Dick se adelantó y se presentó al igual que los demás.

— “Un amigo mio les dio la invitación a mi residencia” —sonrió— “espero ayudarles, ¿cuál es su dificultad?”, se interesó.

— “Esto es nuestra dificultad” —colocó el libro sobre la mesa de aquella mujer.

— “Esto es…”, los ojos canelas se abrieron al reconocer el manuscrito, “¿c-cómo lo encontraron?”.

— "Un amigo lo encontró y usó, después de eso desapareció y nuestra amiga sufre extraños síntomas" —dijo Ismael.

— "Todo indica que este libro viene consumiendo su vida y necesitamos liberarlos de alguna forma, por favor le agradeceríamos mucho su cooperación" —aseveró el pelirrojo.

La mujer quedó en silencio por unos minutos y luego sacó de una gaveta un pergamino muy antiguo, el cual extendió sobre la mesa. "Todos pensamos que habíamos logrado eliminar el hechizo pero tenía mis dudas al respecto... el conocía mucho sobre lenguas y magia prohibida" —pensó y les dijo— "este libro fue hecho con partes de los pergaminos sagrados... y realizó un sacrificio el cual le otorgó un poder independiente al manuscrito que creó".

— "¿Quien fue la persona que creó éste libro?" —indagó Dick.

— "Existen cosas que no pueden ser reveladas" —cerró sus ojos— sabía que si decía algo sobre el incidente podría terminar muerta. Lo único que podía hacer para ayudarles era darles señales sobre lo que enfrentaban. "Conocen el símbolo que su amigo escogió como sello de poder y el pacto que este realizó, si él es el último de los elegidos quizá...", se quedó pensativa.

— "¿Quizá qué?..." —preguntó el rubio al ver que aquella mujer conocía más de lo imaginaban.

— "Lo siento..." —cerró sus ojos— "deben retirarse...". La presencia de su amigo que les había enviado a esos chicos estaba cerca y eso era algo que la inquietó por que imaginó el porqué de su visita.

El pelirrojo vio que el semblante de la mujer había cambiado al ver el libro. "Lo conoce... eso es un hecho pero tiene temor de hablar... quizá esta atada a alguna regla o condición..." —pensó y dijo— "no importa si no nos puede ayudar, seguiremos buscando y encontraremos la verdad que tratan de ocultar".

Ella observó a los tres salir de su residencia y notó que aquél chico era muy listo, pensó— "si se lo propone el descubrirá todo lo que pasó... ¿que puedo hacer?...".

— "No te agobies por lo que pueda pasar" —interrumpió una voz pausada ingresando por el pasillo.

— "Sabía que llegarías..." —asintió.

El afable sacerdote caminó y tomó asiento frente a la mujer de trajes chinos, la cual tenía el cabello oscuro sujetado por una peineta —cerró sus ojos canelas y dijo— "observa el pergamino" —pasó sus manos y una luz resplandeció uniendo varios puntos y tomando forma— "en aquél tiempo creímos haberle detenido... pero solo desapareció su poder ocultándolo por esa magia extraña la cual pude percibir al ver el libro".

— "Se ha fortalecido con los deseos de las personas que han sido sus víctimas" —asintió— "debemos dar el aviso a los demás clanes y a los sobrevivientes de aquella familia... quizás encuentren alguna forma de detenerlo por ser su sangre...".

— “Si…”.

En el taxi rumbo al hotel donde se quedarían por unos días, Dick y los demás estaban en silencio pensando sobre lo que había dicho aquella mujer. El celular del pelirrojo empezó a timbrar y hablando el idioma del país visitante le dijo al taxista que antes de ir al hotel irían a otra dirección. Después de varios minutos por el tráfico del centro e la ciudad, el taxi ingresó por varios pasajes hasta que se estacionó en un callejón.

— “Llegamos señor”.

— “Bien, vamos” —comentó y Noa e Ismael les siguieron los pasos.

Al ingresar a una de las viviendas, pudieron ver que una anciana les esperaba y a su alrededor múltiples artesanías, velatorios e inciensos iluminaban y daban un agradable aroma a todo el lugar. Ambos jóvenes se sentían a gusto en aquel espacio.

— “Disculpe el retraso señora, recién me confirmaron el lugar y la cita” —saludó Dick de igual forma hicieron Noa e Ismael.

“No se preocupe, siéntese y ustedes también”, se refirió al rubio y al castaño, “déjenme ver el libro que su agente comentó con temor”.

— “Es este”, le enseñó y colocó sobre su mesa, “cualquier información que tenga sobre este libro, será de gran ayuda” —hizo la reverencia formal de su país.

La anciana solo observó al libro y les dijo— “este manuscrito tiene una antigua y funesta historia que en la última reunión de los clanes juramos no decir nada sobre su pasado, sin embargo los años han transcurrido y creí que al menos este objeto ya había desaparecido” —asintió— “pero veo que sigue existiendo y con un poder más fuerte que antes…”.

— “Eso quiere decir que ese sacerdote al igual que esa mujer… nos están ocultando la verdad de este libro” —pensó Ismael.

— “Esa mujer de aquella mansión debe estar en complicidad con ese sacerdote y no dijo nada por temor a ese juramento que hicieron” —pensó Noa.

— “Se que es mucho pedir de nuestra parte que rompa ese juramento que hicieron pero, la vida de muchas personas han caído y desaparecido a lo largo de estos años y todo indica que este libro es el origen de aquellos sucesos, por eso me atrevo a pedirle a usted como la última matriarca del casi extinto clan Ho, si por favor puede contarnos esa historia, quisiéramos conocerla para poder ayudar a unos amigos que en verdad lo necesitan” —dijo el pelirrojo firme en sus palabras.

“Mi clan…” —murmuró y cerró sus ojos con pesar diciendo— “ha pasado tanto tiempo que alguien mencionó el nombre de mi clan…” —sonrió— “sabe, muchos en el país le temen solo por su recuerdo”.

— “Y eso, ¿porqué señora?” —indagó Noa.

“Porque una vez en mi estirpe, hace más 300 años… una persona hizo muchos destrozos con su poder en la familia real, sino que también aprendió a usar magia prohibida y oscura, la cual empezó a expandirla por diversos países” —hizo una pausa— “usando a los sueños de las personas podía viajar a dimensiones paralelas al mundo humano, casi considerándose un dios por su temible poder…”.

— “Pero como pudo una persona hacer tal cosa, acaso se volvió loco” —dijo Noa ante las miradas de desaprobación de Ismael y Dick por su imprudencia.

“Puede ser que la locura lo llegó a invadir en esa época por aquella pérdida… o quizá la fuerza extrema del ritual al cual lo sometió su padre…, sin embargo lo que sucedió después fue algo muy horrible y doloroso para toda nuestra familia…” —pasó su mano sobre el libro y la retiró de inmediato, ahogando su angustia por ver lo que pasaba nuevamente— “aquel día… después de la ceremonia… asesinó a varias personas… utilizó los manuscritos sagrados, realizó un hechizo con magia prohibida y selló su alma en aquellos hojas las cuales tiñó con su sangre, luego de eso… un nuevo poder le invadió todo su ser, sus ojos al igual que sus cabellos cambiaron y a su hermana menor la cual vio todo asustada y aterrorizada por lo que él hacia, intentó escapar pero este la detuvo con su magia… casi la mata pero en el último momento la poca conciencia que le quedaba recordó quien era y la marcó con uno de sus sellos, para él la había salvado, pero para esa persona era el inicio de una cruel maldición… una maldición que no tiene fin…”.

— “¿Porque dice que no tiene fin?, acaso la hermana menor de ese sujeto… ¿sigue con vida después de más de 300 años?” —indagó el pelirrojo con temor en la respuesta de su interlocutora.

“Si…” —asintió— “he visto morir a mis hijos, nietos, bisnietos y solo algunos de mis tataranietos siguen con vida, los cuales ocultan mi ubicación por mi seguridad, pero yo solo deseo morir desde hace mucho tiempo…” —cerró sus ojos— “cargo con la maldición que mi hermano me impuso y de la cual llevo una vida sin fin, intenté por mi cuenta suicidarme en múltiples ocasiones pero las heridas sanan a los pocos segundos y mi vida permanece intacta”.

— “Un momento… hay algo que no encaja…” —razonó el rubio— “si usted ha vivido por más de 300 años, como es posible que su vida permanece intacta, entonces no debería envejecer sino tener la misma apariencia del día que la hechizaron o me equivoco?”.

— “Es cierto” —aseveró el pelirrojo al igual que Ismael y observaron a la anciana.

“Creen que voy a permanecer como una niña de 12 años toda mi eterna vida, no…” —asintió— “las personas siguen su línea mortal de vida jovencitos y lo único que pude aprender de mi hermano de pequeña cuando practicaba magia… fue hacer algunos conjuros de los cuales puedo cambiar mi apariencia, sólo así paso desapercibida ante los ojos de los clanes en el país”. Se quitó el viejo abrigo que cubría su ropa desgastada y con un solo movimiento de sus manos al pasar por su rostro de anciana cambió al de una niña de rostro pálido, sus cabellos negros sujetados por unas peinetas y sus ojos canelas como los de su madre —les observó y dijo— “no puedo permanecer con esta apariencia toda la vida, ¿pueden tratar de entender como me siento?, pueden…”.

—  “Lo sentimos, no podemos saber por las difíciles circunstancias que pasó, pero hay algo que si sé y es que solo usted puede ayudarnos a poder frenar el conjuro de su hermano mayor, a lo mejor así pueda conseguir que aquella maldición la cual es víctima pueda terminar” —comunicó el pelirrojo.

Los ojos de ella se abrieron con una milésima de esperanza ante las palabras del chico y al pasar nuevamente su mano sobre su rostro, volvió con la apariencia de una anciana. “Solo acepté esta reunión… y les eh contado por primera vez mi historia, por que los pude ver en uno de mis sueños…” —afirmó y a la vez pensó— “un don que heredé después que mamá murió…” —le devolvió el libro al pelirrojo y les dijo a los tres— “solo ustedes pueden descifrar los torcidos planes de mi hermano, solo espero que no sea demasiado tarde…”.

****    ****    ****

Joshua, Roel, Emilio y los demás llegaron a la mansión del Clan Chung, el Duque Dana había recibido una nota donde decía que tenían pistas sobre el espejo de la verdad. Al llegar Kibo pudo percibir la tensión en aquella reunión y un poco de inquietud al verse que un asiento le había sido separado en el centro de aquella gran mesa rectangular, mientras sus amigos y visitantes lo rodeaban.

— “Señores presentes, bienvenidos a esta reunión y disculpen el retraso” —comentó ingresando y cerrando la puerta el jefe del Clan Chung, el cual llevaba una gabardina blanca al igual que su camisa y pantalón, de aspecto rígido y cabello negro corto de ojos cafés —tomó asiento diciendo— “antes de empezar sería un gusto escuchar una breve presentación de los clanes que nos acompañan al igual que los invitados recién llegados”. Los múltiples ojos aprobaron la decisión.

— “Representante del Clan Cheslav de la aldea nor-oeste”  —saludó un sujeto de unos 30 años, de aspecto rígido, cabello castaño claro y de ojos celestes, tenía un pantalón y zapatos negros, con una camisa blanca la cual era cubierta por una chaqueta oscura.

— “Jefe del Clan Hajari de la aldea sur-oeste” —intervino otro de unos 24 años de piel oscura, serio, de cabellos y ojos negros, de pantalón y zapatos blancos, con una camisa canela.

— “Jefa del Clan Bha de la aldea sur-este” —sonriente alzó su mano saludando a los demás una chica alegre, de 22 años, de piel clara, ojos castaños, cabellos negros a la altura de la cintura y con un vestido azul, con unas pequeñas botas negras, cubierto por una capa blanca.

— “Jefa del Clan Sarangerel de la aldea norte” —saludó sin inmutarse con total frialdad en sus palabras, de 26 años, de piel clara, ojos azules, rubia de cabello ensortijado a la altura de los hombros y con una blusa blanca, falda roja y unas botas negras.

— “Kibo Susume, integrante de la orden sellos” —comentó en el centro de uno de los lados laterales de la mesa, portando un traje azul con bordes dorados al igual que sus amigos de aquella orden.

— “Joshua Flannery, integrante de la orden sellos” —sonrió el rubio de 28 años al igual que su hermano mayor al costado.

— “Roel Flannery, integrante de la orden sellos” —comentó el hermano 2 años mayor de Joshua, observando a la rubia de ojos azules que no emitía emociones la cual estaba al frente de él.

— “Adaria Laryss, integrante de la orden sellos” —saludó amablemente con sus ojos canelas claros y sus cabellos castaños, llevaba el traje azul que caracterizaba a la orden y unas botas las cual cubría su tobillo lastimado en aquel incidente, ella y su amiga habían sido rescatadas por unas personas quienes compartían joyas de poder al igual que ellas y pertenecían a una orden llamada sellos que en un comienzo no quisieron verse involucradas pero al final aceptaron por el simple motivo de querer encontrar una salida de aquel mundo en el cual habían vivido por unos meses.

— “Cathalijne Limber, integrante de la orden sellos”, se presentó la rubia de ojos celestes, impaciente por conocer más sobre aquel espejo que según decían podía liberarlos de aquel mundo al cual detestaba.

— “Duque Dana, jefe de la orden sellos” —saludó el pelirrojo de ojos azules, había dejado a su hija dormida en el carruaje y el espíritu de su amada esposa le acompañaba, eso le tranquilizaba. Sabia que ella la protegería si en caso algo pasase por que al igual que su hija también era una joya, solo que estaba con orden de captura desde hace años por ese sujeto y es que ella después que murió su alma debió pertenecer a la prisión de la gran muralla, sin embargo el la ocultó en su mansión junto a su hija.  

— “Bien, quien convocó esta reunión de los clanes soy yo, el Jefe del Clan Chung de la aldea este” —afirmó quien llevaba una gabardina blanca, el cual extendió un mapa a lo largo de la mesa, “observen este plano el cual fue hallado por uno de mis hijos cerca de la aldea Norte, el hecho es que aquí tengo el plano de todo este mundo que viene a ser una isla la cual tiene 5 aldeas donde pertenecen los 5 clanes y en el centro se encuentra la gran muralla donde habita el tirano Rey, el cual nadie puede atravesar su perímetro por que es morir al instante por la magia que lo protege”.

— "Es bueno saber que al menos tenemos un mapa de este mundo, pero no veo señales del objeto a tratar" —comentó el duque Dana con total calma.

— "Es verdad, olvidé decir que encontré esto". Les mostró un pergamino antiguo y dijo— "esto perteneció a ese sujeto que enfrentó al rey en su última rebelión y según la leyenda cuenta que aquél que logre su ubicación del espejo podrá pasar una difícil prueba y si tiene éxito conocerá la verdad, todos sus recuerdos volverán y regresará a su mundo de origen".

La mayoría se sorprendió y estaban curiosos al saber lo que el pergamino contenía. Cuando este empezó a rodar por las manos de cada uno para que observen y confirme lo mencionado por el jefe del clan.

— "Si alguno de ustedes reconoce todos esos nombres escritos, puede decirnos abiertamente quienes son, por que no logro identificar a todos"     —afirmó el con la expresión rígida que lo caracterizaba.

Después de varios minutos que circuló el pergamino entre los invitados sólo tres personas dijeron que conocieron a cuatro de aquella lista pero lamentablemente ya habían fallecido.

— "Si fallecieron...  entonces pertenecieron a este mundo, si es así, sólo indica que esa lista son el número de las primeras víctimas del rey... de esta forma las joyas encajan a la perfección" —afirmó Kibo deduciendo el pergamino y asombrando a los demás.

— "P-pero si es cierto... quiere decir que esas 24 personas de la lista son los nombres de las joyas que ahora habitan como espíritus errantes en este mundo" —razonó el duque Dana ante la afirmación de Kibo.

— "Así es" —asintió el chico cuyos flequillos negros cubrían parte de sus ojos plomos.

— "Si es así, sólo conocemos sobre las víctimas de aquél objeto más no su ubicación" —comentó el representante del Clan Cheslav.

— "Eso es cuestión de tiempo... porque tenemos al contenedor de joyas presente, estoy seguro que él nos guiará a localizarlo pronto" —aseveró sonriente la Jefa del Clan Bha.

El chico de cabellos negros al igual que sus amigos se quedó sorprendido por unos segundos al notar que los presentes conocían de su naturaleza extraña la cual estaba atado en ese mundo y cerró sus ojos plomos pensando— “la gente de este mundo confía en que pueda liberarles… debo hacer lo posible en no defraudarlos” —abrió sus ojos y dijo— "gracias por las esperanzas que tienen en mi persona, haré todo lo que esté a mi alcance para conocer la ubicación de ése espejo" —afirmó Kibo.

Los demás se alegraron al ver la actitud de él y también prestaron atención a lo que éste decía.

— "Empecemos de una vez" —dijo Kibo anotando en un papel una lista de nombres y se la entregó al jefe del Clan Chung.

— "¿Para qué es ésta lista?".

— "Es para averiguar el paradero que frecuentaban las antiguas joyas, sé que su poder que poseen se atraen y eso es una ventaja para localizarlas con mayor rapidez, por eso hice esa lista de los fallecidos que faltan reconocer, debemos buscar a que aldea pertenecieron como punto de inicio".

El jefe comprendió y dio la orden a sus guardias a que todo aquél que reconociese alguna de las personas anote datos referenciales. Pasaron esa noche y el día siguiente alojados en aquella mansión hasta que por fin completaron los datos de todos. Nuevamente reunidos en la mesa, Kibo le pidió al jefe del Clan Chung que extendiese aquel mapa y les indicó a cada clan que ayude a colocar una ficha sobre el lugar donde murió aquella víctima mencionada en el pergamino.

— "Akeski, Cheslav, Ari y Keb” — comentó Jefe del Clan Hajari dirigiéndose por los nombres de las personas fallecidas en el manuscrito y el representante del Clan Cheslav, vio que un pariente de su familia había caído en aquella época.

— “Hajari” —se sorprendió el jefe del clan al ver el nombre de su abuelo, mientras que la rubia colocaba las fichas de Aatmadeva, Agnidev y Bha, la cual se cruzó con la sonriente chica del último clan y le extendió la ficha diciendo— “no veo la gracia”.

— “Así soy yo, disfruto mi juventud y la vida llena de alegría, no como otras…” —comentó sonriente y sin perder de vista la mirada azul de su interlocutora.

— “Señoritas… pueden calmarse” —dijo Roel al ver que ambas emitían destellos por los ojos, esta claro que había clanes que no tenían lazos de amistad y pues aunque una tenia el control en sus emociones la otra chica era muy alegre pero al mismo tiempo sus palabras eras como el filo de las navajas.

El jefe del clan Hajari se apartó al ver la discusión que se había formando entre ambas chicas dejando a uno de los invitados hablar— “¿les gustaría ayudarme a colocar las fichas de los siguientes nombres?...” —preguntó Joshua y un silencio obtuvo como respuesta de ambas. Una gota le surgió a Roel al ver la reacción de ellas y luego su hermano se dispuso a seguir en aquel trabajo cuando vio que la rubia de actitud seria y arrogante se dirigió al chico de ojos verdes diciéndole— “ya eh terminado mi parte, con gusto puedo ayudarle” —caminó y sujetó las fichas observando la lista que él tenía.

Emilio abrió su boca de asombro y al mismo tiempo rio mentalmente al ver que su amigo Joshua estaba sonrojado ante la presencia de aquella hermosa mujer que tenia al costado. Por otra parte Roel continuaba platicando con la alegre chica de vestido azul.

— “Kazuki es de este lado de la isla” —aseveró la chica de ojos azules, la cual meditó por unos segundos para coger tres fichas más y colocarlas sobre el mapa diciendo— “Laryssa, Evia, Filat pertenecen por este otro lado” —sonó la ficha entre sus dedos.

— “Amai, Liu y Chung Hee están a una distancia corta” —comentó Joshua y el cual se tornó pensativo por unos segundos y dijo— “el clan Chung también ha sido parte de lo que sucedió hace mucho tiempo en este mundo…”.

— “Eso parece…” —murmuró su interlocutora.

El Duque Dana y Emilio ubicaban a otros nombres según los sitios donde encontraron sus cuerpos, “Juno, Chander, Sarangerel…”, a la sola mención del clan supo que la familia de la chica rubia pertenecía a ese estirpe—pensó el Duque, mientras Emilio continuó colocando las demás fichas, “Daya y Aditeya”.

“Marut y So Young” —dijo Kibo colocando dos fichas sobre el mapa y el jefe del Clan Chung terminó de situar los últimos nombres diciendo “Jnaneshwar y Kirochka”.

Habían terminado de ubicar a las 24 víctimas que equivalían a las 24 joyas que estaban en aquel listado escrito de aquel pergamino, los jefes y representantes de los clanes estaban inquietos por conocer que al menos uno de cada familia habían sido las victimas y verdugos de aquel mundo.

— “Hay algo que aun no comprendo…” —comentó el Duque Dana— “es claro que los que perecieron en aquella batalla se convirtieron en las joyas que buscamos pero… sus espíritus se han vuelto errantes en toda la isla, algunos adoptaron formas humanas o de animales salvajes, otros son instrumentos de magia, aparte de eso… ese sujeto ha venido capturando almas a lo largo de los años que han pasado… y los manipula a través de hechizos incluso las mismas joyas han sido poseídas por el poder oscuro”.

— “Se equivoca señor” —aseveró Kibo— “las joyas no poseen oscuridad, al contrario tienen un poder lleno de luz y paz sobre el elemento o valor sellado al cual representan, sin embargo, este espíritu que habita en la joya en la mayoría es capturado por un espíritu lleno de maldad y oscuridad, lo digo por que eh luchado contra ello y en la mayoría han sido sirvientes del amo de este mundo”.

— “Es verdad” —dijo Joshua.

— “La mayoría de los presentes saben que soy quien se encargará de adherir todas las joyas a mi alma cuando llegue el momento” —cerró sus ojos plomos y luego dijo— “poseo 4 de las joyas y quienes me acompañan en la orden sellos llevan una bajo su mando, es por eso que viajamos con un objetivo en seguir recolectando las demás”.

Los jefes y representantes se quedaron sorprendidos, no habían imaginado que una simple orden tuviese como integrantes a poseedores de joyas, ni siquiera ellos como miembros de clanes que en el pasado tuvieron gran importancia habían logrado mantener tal posición. 

— “¿Existe una manera de comprobar lo que acaba de afirmar Sr. Susume?” —indagó el representante del Clan Cheslav. La pregunta inquietó a los demás clanes y los invitados del Duque Dana, los cuales se incomodaron y al mismo tiempo observaron a Kibo el cual permanecía calmado en su asiento.

Cuando otro se disponía a comentar un posible fraude, vio que el chico de cabellos oscuros había cerrado sus ojos plomos y una luz blanca empezó a rodearle, juntó sus manos y las expandió lentamente dejando ver un objeto muy brillante, el cual hizo que cada uno de sus amigos emitiesen un destello y haciendo visible a sus joyas que éstos poseían.

— “Kibo… mmm creo que no era necesario hacer eso…” —murmuró Joshua al ver que la rubia se había quedado observándole como si fuese una especie extraña.

El chico sonrió levemente por el comentario de Joshua y dijo— “espero que las dudas estén aclaradas para todos”, una idea cruzó por su mente y pensó— “con este poder quizá pueda ubicarles…”. Se levantó de su asiento y sorprendió a más de uno con lo que comentó— “por favor, no se asusten por lo que intentaré hacer, ni yo mismo estoy seguro si funcione pero si es que tengo éxito podremos tener la ubicación de las 10 joyas  restantes con la ayuda de este pergamino y el apoyo de todos ustedes al ubicarlos correctamente en el mapa”.

Todos estaban pasmados observando lo que él hacia, mientras la sombra se hizo presente y le quitó la sonrisa que tenia a la Jefa del Clan Bha, cuyos ojos castaños se desorbitaron al verlo aparecer por una de las esquinas de aquella sala.

Kibo sujetó al objeto brillante que había hecho aparecer el cual era el sistro, sosteniéndolo en su mano derecha y en la izquierda tenía al pergamino el cual lo cruzó diciendo— “¡oh!, ¡gran sello que custodias mi estancia vital!, localiza a las  joyas que pertenecen a este mundo”, las lámparas y luces de la sala empezaron a parpadear, “conéctate y trasciende espacios, ¡¡¡RELÁMPAGO DE TIEMPO!!!” —dijo fuertemente y colocó a ambos objetos sobre el mapa que había en la mesa. Un destello de luz irradió el lugar como si la mansión hubiese sido partida en dos, todos cerraron sus ojos a excepto quien había hecho el hechizo y se alegró al ver que todo funcionó. “Señores pueden observar a las 13 joyas presentes y las 11 que faltan en el mapa”.

El hechizo hizo que él y cada uno de sus amigos libere a la joya que tenían. Emilio poseía cristales celestes incrustados en su brazos y piernas, Roel con el ave sobre su hombro, Joshua portando su espada, unas pequeñas alas de ángel en Sara quien estaba envuelta de múltiples mariposas azules la cual era la presencia de su madre, los ojos azules del Duque al verlos aparecer a su lado se asustó y sostuvo a Sara entre sus brazos quien dormía profundamente y para no despertar a su hija con el fuego que era su joya, sólo movió sus dedos haciendo aparecer por unos segundos una pequeña flama. La sombra se colocó al costado de Roel y se transformó en un cuervo pequeño posándose en el otro hombro junto al ave, provocando varias gotas en los presentes y el suspiro de éste. La rubia Cathalijne gustosa mostró su gran guadaña y su amiga Adaria sostenía el arco verde entre sus manos. El sello de Kibo surgió de su espaldar y dos gemas de distinto color estaban incrustadas en sus manos mientras sostenía el sistro el cual continuaba brillando.

Lejos de aquella mansión, Etel perdió su fuerza por un momento cayendo al suelo inconsciente, Am lo observó y vio su marca en su mano, estaba muy avanzada y con enfado murmuró dirigiendo su mirada hacia el norte, terminó de colocar la sexta joya que había capturado con ayuda de su guardián y dijo— “el tiempo de búsqueda esta llegando a su final…”.

La admiración por los visitantes creció al ver las joyas y el poder que estas tenían, pero su alegría se extendió aun más al notar que sobre el mapa había 4 pequeñas gemas de diversos colores flotando en distintas partes de la isla y 7 estaban juntas por el sur.

— “Dividámonos en grupos y vayamos a por ellas” —comentó el jefe del Clan Chung.

— “Si, pero antes… marquen los nuevas ubicaciones… por favor”  —agregó Kibo.

El Duque al igual que los demás observaron su agotamiento, enseguida hicieron lo que indicó y luego de eso, bastó que él cierre sus manos y toda presencia visible de magia y joyas desapareció, cayendo inconsciente pero sostenido por Emilio, quien imaginó que algo así le sucedería por haber utilizado un hechizo de tiempo, “eso debió ser duro muchacho, te excediste en verdad… pero igual estamos agradecidos, ahora debes descansar y recuperar tus energías” —pensó.

Después de llevarlo a una de las habitaciones de huéspedes en la mansión donde se encontraban, dos grupos salieron en los carruajes. Quedando solo Sara, el espíritu de su madre quien estaba cerca de ella y Emilio en vigilia de ambos.

Pasaron tres horas y sus ojos plomos se abrieron, se asomó por la ventana y vio que ya estaba anocheciendo, “¿qué fue lo que pasó?”, se preguntó y un ligero dolor de cabeza hizo que recuerde aquella reunión, se dejó caer sobre la cama cerrando sus ojos diciendo— “lo más probable es que en esas joyas que faltan este Etel y quizá…”, al abrir sus ojos vio que en la habitación estaba llena de mariposas azules las cuales empezaron a juntarse formando la figura de una mujer.

— “¿Quién es usted?…” —preguntó Kibo.

— “Perdón por asustarlo, sentí que su presencia se hacia notoria después de realizar aquel conjuro, soy la madre de Sara, esposa del Duque Dana, Fayad”.

— “Es un gusto conocer a la madre de la pequeña Sara” —comentó amablemente.

— “Solo le traigo un mensaje de los demás clanes y de mi esposo mientras están fuera, ellos dijeron que no debe salir de la mansión solo y si en caso hay alguna emergencia el joven Emilio quedó a cargo de su seguridad”.

— “Entiendo… pero ya me siento mejor” —demostró una leve sonrisa y bajó por las escaleras a la sala, ahí estaba Emilio tomando café y a unos metros cerca de la ventana estaba Sara leyendo un libro en uno de los muebles.

— “Buenas noches” —saludó y uno de los sirvientes le acercó un café, el dio las gracias y dijo— “Emilio, ¿porqué no fuiste con Joshua y los demás?”.

La sola pregunta hizo que una gruesa gota le surgiera en la cabeza, “es que iba a estorbar en los planes de esos hermanos locos, mira que fijarse en esas chicas” —bebió su café y continuó— “una demasiado alegre pero mortífera en su forma hablar y la otra inexpresiva y de pocas palabras muy cortantes” —suspiró— “les deseo suerte a ambos pero no quiero estar en medio de esa tensión ambiental, por eso preferí quedarme y de paso cuido a la pequeña Sara y a un chico torpe que casi se mata haciendo tremendo conjuro sin saber las consecuencias”.

— “No exageres, solo me debilité un poco no es nada grave”.

— “El cuervo me contó todo mientras dormías como un bebe en la alcoba”.

— “Así… ¿qué es lo que dijo esa sombra?” —alzó una ceja.

— “Pues que ese conjuro era casi equivalente al que usa el amo y al cual deben de obedecer la mayoría de los espíritus de este mundo” —observó su cara de asombro ante lo que escuchaba y agregó—  “incluso no solo a las joyas si no a todos los que te conocemos nos impresionaste cuando te vimos hacer ese conjuro, ¿cuándo fue que aprendiste hacer algo como eso?”.

— “No tengo una respuesta a tu pregunta, solo sé que debía intentar algo diferente en relación a este mundo y poder ayudarlos”.

— “Todos estamos agradecidos por ese gesto, pero no lo vuelvas hacer por que te puedes quedar sin energías y… bueno es mejor no pensar en cosas desagradables, solo te digo que tienes que ser más cuidadoso cuando realices algún conjuro de alto nivel”.

— “Esta bien, lo tendré en cuenta” —observó que había empezado a llover— “espero que se encuentren bien…”.

— “Si”, una inquietud invadió a Emilio y de pronto la puerta de los corredores se abrió dejando ver a unos guardias los cuales aclamaron ayuda por que la aldea vecina estaba ardiendo en llamas y muchas personas y niños estaban atrapados.

— “Vamos” —dijeron ambos y la niña quiso ir también, pero ellos dijeron que lo mejor era que se quede en la habitación en compañía de su madre.

Sara les vio partir desde la ventana de la alcoba y su madre al costado le dijo— “hija, no te preocupes ya verás que todo saldrá bien y regresaran pronto”.

— “Si, mamá” —comentó y varias mariposas danzaban alrededor de ella.

Al parar el carruaje y llegar a la aldea vieron que todo ardía en llamas, Emilio socorría a la mayoría de ancianos y personas atrapadas en el fuego, mientras que los guardias intentaban apagar el incendio, Kibo atendía a los niños que tenían quemaduras graves. Eran muchos heridos y no había suficiente gente para salvaguardar a todos. 

— “¿Alguien vio quien causó el incendio?” —preguntaba Kibo a todo aquel que curaba, hasta que uno de ellos le dijo algo que le intrigó.

— “Fue un señor muy malo… se reía al quemar nuestras casas…” —sollozó el niño.

— “¿Recuerdas como era?”.

— “Si… era alto de cabellos oscuros, tenia una vestidura celeste, con una capa negra muy larga y repetía… encontré a la fragancia perdida…”.

— “¿Fragancia perdida?... ¿pudiste ver por donde se fue?”.

— “Si, hacia allá” —señaló con su mano vendada hacia el norte y eso era el camino hacia la mansión del jefe del Clan Chung.

— “¡Oh no!, Sara y su madre corren peligro…” —dijo con el rostro pálido del susto, dejó unos guardias a cargo y salió corriendo.  

La noche comenzaba y la lluvia seguía, los pasos de un espíritu oscuro manipulando a una persona se detuvo en la puerta de la mansión, al ver que tenía un conjuro de protección hizo aparecer un gran báculo plateado sobre sus manos el cual sostuvo con fuerza y lo deslizó hacia las rejas de la mansión.

Un campo electrizante observó la niña a través de la ventana de su habitación y la voz de su madre le dijo— “Sara, debemos irnos antes que rompa la barrera mágica que protege este lugar”. La pequeña asintió y salió de su habitación siguiendo a las mariposas azules del espíritu de su madre, empezó a descender desde el tercer piso bajando por las escaleras con cuidado, la esposa del Duque le había dicho que por el corredor del segundo piso había un atajo en uno de los cuadros al lado de la biblioteca, ese pasaje secreto la llevaría al templo de la siguiente aldea. Sara se asustó al ver que iba a continuar sola hasta ese lugar y no quiso avanzar más. “Vamos hija, se buena niña y obedece, no hay tiempo” —le dijo las múltiples mariposas adoptando el contorno de su madre.

Un sonido muy fuerte hizo que la mansión completa temblara y los guardias que custodiaban la entrada salieran, pero todos quedaron inmóviles ante la magia que usó Aris, ingresando a la mansión tras romper la barrera, alzó su cabeza y respirando el aire, reconoció el aroma diciendo— “te encontré…”, una sonrisa se extendió por su rostro causando el terror en la niña al verlo y las mariposas azules empezaron a unirse dejando ver por primera vez no a un conjunto de mariposas moviéndose con contorno humano, si no a un ser traslúcido de una mujer de cabellos castaños recogidos, sus ojos cafés y con un vestido largo color granate con mangas blancas, la cual se colocó delante de su hija y de su espalda unas alas resplandecientes se extendieron, expulsando un aroma purificador y tranquilizador el cual lo convirtió en escudo para ambas.  

En Duque Dana se percató del despertar de su esposa como joya ante la magia que el usó para mantener su fragancia oculta, “¡no puede ser!, ¡¡SARAAA!!” —gritó al estar lejos de su única hija y la impotencia de que el carruaje no pueda avanzar más rápido. Dejando a sus acompañantes de asiento alarmados mientras su pulso aumentaba pensando— “lo que sea que haya roto mi hechizo expone a ella y a Sara ante esos espíritus, debo hacer algo…” —apretó sus puños y su mente empezaba a trabajar, tenía que salvar de cualquier forma a su hija.

“Fui escogido especialmente para capturarte…” —sonrió el espíritu oscuro y  observó a la infanta que estaba detrás— “es por esa niña que desobedeciste las ordenes del amo…”—movió sus manos en desaprobación.

— “Eso no te interesa, ¡tu objetivo soy yo, a ella déjala en paz!” —protestó.

“Tienes razón”, el viento alrededor hizo ver sus ojos negros y un sello grabado en su frente el cual brilló haciendo aparecer múltiples almas en penitencia intentando arrebatarle sus alas.

— “¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHH!!!” —gritó Sara al ver que el resplandor que rodeaba a ambas se iba apagando al ser absorbido poco a poco por esos seres que intentaban invadir el escudo que había creado su madre.

El báculo de Aris se había convertido en un gran arco el cual apuntaba hacia espíritu de la mujer quien se debilitaba al luchar contra las almas que había soltado en uno de sus conjuros. Los ojos de Sara se abrieron de espanto al ver que este soltó la flecha pero un sonido similar al eco de un cascabel se escuchó antes que la flecha chocase con un campo de energía que había creado Kibo al agitar el sistro en su mano, alejando las almas que consumían la energía de la madre de la niña.

— “Sara, ¿estas bien?” —preguntó el chico el cual lucía agitado por haber corrido lo más rápido y llegar a la mansión.

— “Si, pero mamá esta débil” —comentó preocupada desde el segundo piso, Kibo se encontraba por la extensa escalera que visualizaba los pisos contiguos desde el interior de la sala la cual había quedado en completo desorden y con la puerta principal abierta de par en par donde se ubicaba Aris.

“Logró bloquear mis conjuros… ya veo, eres el que el amo quiere capturar” —sonrió— “sin embargo…” —cerró sus ojos y del suelo unos demonios de ojos rojos y sonrisa siniestra aparecieron, se desplazaron con tal rapidez y ligereza en sus movimientos que atravesaron la barrera creada por el sistro, destruyendo las escaleras con gran parte del segundo piso, envolviendo el cuerpo del chico y sujetando del cuello a la madre Sara. La niña cayó desmayada por uno de los pilares del corredor donde se hallaba.  

— “¿Quién… eres?...” —preguntó Kibo al ver que lo había inmovilizado.

Una sonrisa irónica se dibujó en el rostro de él y solo dijo— “soy Azariel, más conocido como Aris y uno de los espíritus de la oscuridad más cercano al gran amo” —le observó y dijo— “pero, no seré yo quien acabe contigo, solo tengo la obligación de eliminar a esta traidora por no obedecer las ordenes de nuestro señor”.  Se disponía a terminar con la madre de Sara y absorber su joya, pero una fuerte presencia hizo que se detenga, vio que la lluvia se había convertido en tormenta y numerosos rayos invadieron el lugar. Envuelto de vientos un ser con capa negra al igual que sus ojos manifestó su notable figura y segundos después una chica descendía agitando sus alas, con la capa cubierta con manchas de sangre, sosteniendo sobre el espaldar una espada, su cabello y ojos eran negros como la oscuridad que los rodeaba. 

— “Hemos llegado ama” —comentó Etel con la seriedad y sin expresión en su rostro pálido.

“Si” —dijo ella observando a los presentes, luego abrió sus manos y unas filosas garras se extendieron.

Con el cuerpo cubierto por aquel demonio Kibo pudo observar a los recién llegados y con sus ojos grises muy abiertos de asombro murmuró— “Am…”.


Capítulo X: Rivales hasta la muerte


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